Novedad: Cartas olvidadas de Jane Eyre y Anna Karenina

Hola a todos,

Justamente hoy sale a la venta un libro relativamente relacionado con Jane Eyre y no quería dejar pasar la oportunidad de dároslo a conocer. Espero que os llame la atención y que os animéis a leerlo.

Cartas olvidadas de Jane Eyre y Anna Karenina de Eugenia Tusquets Trias de Bes y Marga Iriarte Cela

Las Cartas olvidadas de Jane Eyre y Anna Karenina son el espejo del alma de las protagonistas de las obras homónimas de Charlotte Brontë y de León Tolstói. En ellas se autorretrata una Anna que escapa de la novela para revelar los secretos de sus adulterios y la errática búsqueda del amor ideal, mientras que Jane se muestra más conforme, pero sin dejar nunca de ser crítica con el mundo que le ha tocado vivir. En cada línea destellan las apasionadas impresiones de las dos mujeres acerca de sus amores, viajes, vida social y artística… Hay, por añadidura, un ominoso asesinato que, a pesar de la distancia, Jane intentará resolver con ingenio. Estas cartas forjan una amistad ―las dos amigas jamás se verán, a pesar de su ferviente deseo de hacerlo― que da la medida de unas mujeres que vivieron, tanto en la sociedad rusa como en la inglesa, una época de grandes transformaciones técnicas y sociales. Es esta una correspondencia imaginaria que honra la memoria de Jane y Anna, representantes de un universo desaparecido que aún palpita, cómplice de nuestros deseos y temores más actuales. Las autoras Eugenia Tusquets y Marga Iriarte han tenido el acierto y la valentía de recrear con brillantez un epistolario heterodoxo y alejado de las convenciones que fascinará a los admiradores de las dos célebres novelas, Jane Eyre y Anna Karenina, porque tiene el aliento de los retratos clásicos.

icons8-person-at-home-50 Editorial Funambulista| icons8-pay-date-50 9 de junio| icons8-shopping-cart-with-money-50 22,00 € |  icons8-open-book-50 288págs | icons8-barcode-50 9788412237177

Jane Eyre – traducción en Novelas Eternas

¡Hola a todos!

Después de haber comentado que la novela de Jane Eyre estaba disponible dentro de la colección que ha sacado RBA de Novelas Eternas, llega el momento de comentar la traducción.

Jane eyre RBA

Queda claro que todas las traducciones de una novela contienen siempre toques personales del traductor, hay modificaciones, hay cambios de sentido y en muchos casos, y por desgracia, ciertas omisiones. Ya comenté en su día cuales me parecían a mí las mejores traducciones de Jane Eyre, a través de las primeras líneas, y no a todo el mundo tiene por qué gustarle la misma.

En este caso la traducción de esta colección de RBA es de Benjamin Briggent, la misma que usa la editorial Plutón y que aparece en unos cuantos libros clásicos. He de decir que no he leído la novela completa en esta versión ni la he comparado en detalle con otras versiones que ya tengo, pero parece ser que, como sucede en algunas ocasiones, podría estar basada en otras traducciones previas (como es el caso de la traducción de Plutón de Mansfield Park atribuída también a Briggent).

Dado que no es sencillo encontrar las primeras líneas de esta versión de RBA, me he tomado la molestia de dejarlas aquí por escrito, para que vosotros mismos podáis compararla con otras versiones y decidir si os merece la pena tenerla en casa (aunque sea como adorno, que al menos bonita es) o os apetece más leer otra traducción.

 

Ir de paseo aquel día fue imposible. Entre la maleza, jugamos durante una hora por la mañana, pero después de almorzar (cuando no había personas de fuera, Mrs. Reed almorzaba temprano), el aire frío de invierno vino acompañado de una lluvia tan fuerte y unas nubes tan oscuras, que se desvaneció toda probabilidad de salir a pasear.

Eso me hizo feliz. Los paseos largos no me agradaban, sobre todo en esas tardes de invierno. Cuando anochecía, volvíamos de ellos y yo siempre regresaba con los dedos entumecidos, con el corazón afligido por las reprimendas de la niñera Bessie y vejada y ofendida por la conciencia de mi contextura física inferior respecto a los Reed: Georgiana, John y Eliza.

Alrededor de su madre, que estaba junto al fuego, reclinada en el sofá, se agruparon en la estancia los tres, John, Georgiana y Eliza. Con sus hijos en torno a ella (que en ese momento no peleaban ni molestaban), daba la impresión de que mi tía se sentía completamente dichosa. Me eximió a mí del compromiso de unirme a los demás, comentando que se veía en la obligación de mantenerme alejada hasta que Bessie le dijera, y ella pudiera comprobarlo, que yo me esforzaba en ser una pequeña obediente y en obtener mejores modales. Mrs. Reed se sentía obligada a excluirme de las prerrogativas reservadas a los pequeños buenos y obedientes mientras yo no fuese más abierta, más sociable, menos arisca y esquiva y, en todos los sentidos, una niña más agradable.

Como aspectos que no me gustan mucho, hay frases que suenan a traducción demasiado literal («cuando no había personas de fuera…») y tampoco me agrada que aparezca «Mrs. Reed» en vez de Sra. Reed, entre otros detalles.

Aunque como ya he dicho no he podido leer todavía esta versión de RBA, sí la he ojeado un poco por encima y no me ha parecido que tenga una gran calidad. Ante la duda, y si buscáis leer una buena traducción, os recomiendo mirar bien quién ha traducido la novela y buscad información sobre esa persona, porque  veces son seudónimos que ocultan traducciones bastante malas, como ya pasó con Ediciones B, que se animó a publicar una de las peores traducciones de Jane Eyre (la de Juan G. de Luances) bajo un seudónimo inventado.

Sin mucho más que decir, os recuerdo que si no pudisteis haceros con esta edición cuando salió a la venta en quioscos, se puede comprar a través de la página web por el mismo precio (9,95€).

Nos vemos pronto (espero) en una próxima entrada.

Nueva publicación: La ciudad de cristal (febrero 2020)

¡Hola a todos!

Hoy os traigo el anuncio de una nueva publicación relacionada con la familia Brontë que verá la luz en inglés, y también en castellano, en febrero del 2020; más concretamente, en castellano saldrá el día 10 de febrero.

La ciudad de cristal.jpgLa ciudad de cristal de Isabel Greenberg
Editorial Impedimenta
224 páginas
ISBN: 978-8417553531
25,95€

Charlotte, Branwell, Emily y Anne, han inventado un mundo tan real, vívido y fascinante que pueden adentrarse en él. Su infancia en Yorkshire Moore no ha sido fácil, especialmente tras la muerte de sus hermanas mayores. Pero han cogido pluma y papel y ahora siempre que quieran pueden acudir a «La ciudad de cristal» si lo necesitan, es su secreto, su vía de escape. Dentro experimentan toda clase de aventuras. Pero ¿pueden conformarse con la realidad cuando la ficción es tan atractiva? ¿Qué ocurre con los mundos imaginarios cuando sus creadores crecen? Y es que ahora que se han hecho adultos todo parece desmoronarse. Las tramas han entrado en bucle, los personajes se están volviendo locos, y, por si fuera poco, se está derramando una gran cantidad de tinta… De la autora de «La Enciclopedia de la Tierra Temprana» y «Las cien noches de Hero». La cautivadora historia de las hermanas Brontë, de la mano de Isabel Greenberg.

Gracias al boletín de novedades de la editorial Impedimenta, también podemos ver cómo es el interior, aquí os dejo la imagen, y podéis ver más ilustraciones en la página web de la artista.

la ciudad de cristal - interior.jpg

Como siempre, cuando la tenga, intentaré hacer una foto-reseña para el blog 🙂

 

Novedad octubre: Infernales de Laura Ramos

Buenos días a todos.

Hoy os vengo a anunciar una novedad que saldrá a la venta en España de la mano de la editorial Taurus el día 17 de octubre de 2019, se trata de Infernales: La hermandad Brontë de Laura Ramos.

Infernales_Taurus.jpg

La autora, Laura Ramos, nació en Buenos Aires, en Argentina este libro ya se publicó en mayo del año pasado, y ahora le ha tocado el turno a España.

Se publicará, como he dicho, el día 17 de octubre de este año. Os dejo aquí algunos datos más:

 

Sinopsis:

En un inhóspito y alejado pueblo de Inglaterra, a mediados del siglo diecinueve, tiene lugar un suceso extraordinario: tres muchachas pobres y poco saludables se convierten en novelistas de fama mundial. Escribiendo desde la infancia, las Brontë -Charlotte, Emily, Anne-, junto con Branwell, único varón en la cofradía de hermanos, componen poemas, cuentos y obras de teatro por los que desfilan reinos y batallas, crímenes y ardides, parentescos dudosos y amores prohibidos. Con el tiempo, Charlotte llegará a ser una celebrada autora; Emily mantendrá el anonimato mientras su Cumbres Borrascosas escandaliza Gran Bretaña; Anne publicará La inquilina de Wildfell Hall, una de las primeras novelas feministas; Branwell, poeta maldito, llevará el ideal romántico hasta los límites de la autodestrucción y será increíblemente proscripto de la historia.

Jane Eyre en los folletines (segunda parte)

¡Hola a todos!

Hoy os traigo una pequeña curiosidad, el primer capítulo completo de la primera versión de Jane Eyre en castellano que vio la luz. Ya os hablé de esta versión hace unas pocas semanas, concretamente se publicó por entregas en el Diario de la Marina entre finales de diciembre de 1850 y mitad de febrero de 1851. Podéis leer un buen trozo de ambos volúmenes que conforman la obra en este enlace, seleccionando los años y meses que os interesan.

Esta versión titulada Juana Eyre, memorias de una aya, como vais a poder ver, no es una edición completa, procede de la traducción de la versión abreviada francesa que apareció poco antes en otro folletín.

En este primer capítulo conocemos la infancia de Jane y la historia está contada como si la propia Jane se la contara a una amiga suya por escrito. En cuanto a equivalencias, este primer capítulo de esta versión adaptada correspondería con los cuatro primeros capítulos de la novela y con el principio del quinto, cuando llega a Lowood.

Hace falta tener en cuenta al leer esta versión, que la gramática y la sintaxis han ido cambiando un poco en estos últimos 150 años, por lo que seguro que os encontráis con expresiones que no os suenan demasiado, también hay que tener en cuenta la época en la que se publicó y que no fue en España, por lo que puede haber vocabulario un poco diferente. En todo lo posible, he respetado la ortografía de la versión que fue publicada en el folletín así que os van a faltar y sobrar muchas tildes, entre otras cosas (por si alguien tiene dudas, cuando aparece la letra «V.» se debe leer como  «usted»).  Llama también la atención la traducción de algunos nombres, por ejemplo Bessie se ha convertido en Blasa.

En general es una versión abreviada bastante correcta para la época, que mantiene las partes más importantes de la novela y las que más influyeron en Jane cuando era tan solo una niña y, por el resto del volumen 1 que he leído, otras muchas escenas «míticas» de la novela también están presentes.

Dicho esto, espero que os animéis a leer entero el capítulo 1, porque no tiene desperdicio alguno 🙂

———————————————-

 

CAPÍTULO I

          Quereis saber, me decís, por qué caminos arduos me ha conducido la Providencia adonde me hallo; satisfecha sereis, mi digna y severa amiga. Las largas horas de descanso que me deja la vida solitaria en que se han usado las asperezas de mi carácter y la energía á veces escesiva de mi voluntad serán empleadas sin sentirlo en trazar para vos, y para vos sola, una relacion en la que me hallareis menos perfecta de lo que imaginais que soy. Este será un castigo por los movimientos de amor propio que vuestra aprobación haya podido hacer nacer en mí.

         Mi infancia ha sido desgraciada. Huérfana desde muy niña expié desde ese momento la alianza desigual que me dio el ser. Mi tio, M. Reed, me recogió despues de la muerte de mi pobre madre, porque un orgullo hereditario no le permitia dejar á su sobrina á merced de la caridad pública. El mismo orgullo mientras que vivió le hizo exigir que me tuviesen en su casa las mismas atenciones que á sus tres hijos, si no el mismo afecto. Pero su muerte, acaecida poco tiempo despues de mi instalacion en Gateshead Hall, me entregó sin proteccion á los caprichos casi rencorosos de la que hoy mismo vacilo en llamar mi tia, por un resto de resentimiento.

          Mistriss Reed tenia dos hijas y un hijo, aquellas hermosas como ángeles, blancas y sonrosadas, figuras de Keepsake, corazones de muñecas, todas gracia, frescura, coquetería, pero que no significaban nada; este, mi aborrecido primo Juan Reed, de quien os he hablado alguna vez, era el verdadero tipo del dandy en agraz, perezoso,  embrollon, burlon y tiránico. Yo era para él un burro tanto mas cómodo cuanto que tenia contra mí la doble ventaja de las preferencias maternales y una fuerza muy superior á la mia.  Abusaba de ella contínuamente, excitado á lo que presumo por una especie de rebelion oculta que adivinaba él en el fondo de mi corazon humillado. Advertida por mil esperiencias repetidas de que toda queja era inútil y vana toda apelación á la equidad de mistriss Reed sufria las chanzas pesadas é insultantes de Master John con una resignacion que me hacia estremecer, con una ira concentrada que mas tarde he vuelto á hallar en mí por algunos momentos y que me ha servido bien, como vereis, pero que á la larga me hubiera matado seguramente si un concurso feliz de circunstancias no hubiese cambiado el curso de mi educacion.

          El incidente á que hago alusion en este momento es la única muestra que pienso daros de mis desgracias de infancia, y apenas me atrevo á contar unos detalles tan insignificantes para toda otra persona que yo misma.

          Me parece que me veo aun, en una tarde lluviosa, oculta en un profundo hueco de una ventana, sentada sobre mis piernas cruzadas y hojeando un grueso volumen tomado de la biblioteca del salon. Eran los Pájaros ingleses de Bewick. Miraba esos hermosos grabados pintados con un cuidado maravilloso y cuando mis ojos se separaban del libro iban á buscar detrás de los cristales las espesas y pardas nubes que el viento impulsaba ocultando el cielo, o el aspecto triste de un jardin todavía sin hojas y lleno de agua.

          De repente la puerta del comedor se abrió con estrépito y una voz bien conocida me hizo temblar.

          – Aquí, dormilona! gritaba mi amable primo…. Pero se paró al momento no viendo á nadie en el salon, vacío en apariencia.

          – Donde diablos se ha metido? continuó. Elisa! Georgina! (eran sus hermanas). Juana no está aquí….Mamá piensa que ha salido á la lluvia esa pequeña sarnosa.

          Este principio no me animaba mucho á mostrarme y permanecí acurrucada, pensando que Master John, cuya perspicacia física y moral valían muy poco, no me descubriria en mi escondite. Pero Elisa acudió á sus gritos y descubrió al momento mi pista, de manera que no hubo remedio; corrí la cortina que me ocultaba y disimulando una especie de temblor nervioso que me agitaba ya bajo una apariencia de calma comparecí delante de mi jóven déspota.

          – Qué me quiere V? le pregunté en un tono que revelaba ya la desconfianza.

          – Qué me quiere V., señor Reed? repitió él apoyando el acento sobre estas dos últimas palabras. He ahí como debe V. hablar. Y bien,  quiero que venga V. aquí.

          Y arrellanándose en un gran sillon me hizo seña para que me aproximase y permaneciese de pié en su presencia.

          John Reed era entonces un mozo muy grueso, de unos catorce años, de  apariencia robusta y malsana á  un mismo tiempo. Tenia la piel lívida y el color muy pálido; en una palabra, los síntomas esteriores de la gula. En efecto comia enormemente, y su madre, preocupada siempre de la delicadeza pronunciada, decia ella, de este niño mal criado, no sabia prohibirle los escesos cotidianos que echaban á perder aquella organización tan poco delicada.

          Acostumbrada á sufrir la voluntad y caprichos de este ente, cuyo solo aspecto era para mí un verdadero sufrimiento, me aproximé á él sin decir una palabra. El fijó sus grandes ojos en los mios y viendo que no los bajaba me hizo un gesto horrible, preludio ordinario de sus malos tratamientos.

          Presentí que iba á pegarme, pero no sé qué fuerza secreta me hizo permanecer inmóvil, contemplando con frio desden su aborrecida figura. Probablemente comprendió este lenguage mudo, pues no tardó en darme un puñetazo en la barba, y tan fuerte que me costó trabajo el guardar el equilibrio, reculando uno ó dos pasos.

          – Tome V., por no haber respondido cuando se la llama, y por ese aire de serpiente detrás de las cortinas, y por la ira que se oculta en sus ojos hace dos minutos, araña maldita!

          Yo no replicaba nunca á los insultos de John Reed, pues lo que me preocupaba era el adivinar el golpe que debía seguirlos.

          – Qué hacia V. allí? prosiguió mostrando el hueco de la ventana donde acababa de pasar una hora tan triste y tan dulce.

          – Estaba leyendo.

          – Veamos vuestro libro.

          Fui pues á buscarlo.

          – Yo le enseñaré á V. á hojear en mis libros, repuso, y á ensuciármelos, miserable mendiga….Váyase V. allá abajo, cerca de la puerta, y permanezca V. de pié mirándome cara á cara…. no tan cerca del espejo… no tan cerca de la ventana.

          Al principio no habia comprendido el objeto de esta orden, pero cuando estuve en el paraje que me indicaba lo adiviné todo viéndole levantar el brazo con el grueso volúmen que acababa de darle. Me retiré hácia un lado dando un grito de susto, pero ya era tarde; John habia apuntado bien y el libro me dio en medio de la frente,  derribándome hácia atrás. Al caer dí con la cabeza contra la pared, cuyo canto me abrió la piel; sentí un dolor agudo y retiré mis manos llenas de sangre cuando las llevé maquinalmente á mi herida.

          Un movimiento de indignacion irresistible sucedió en mí al sentimiento de terror que me habia dominado al principio, y como leia entonces la historia romana, como habia frecuentemente comparado entre mí á John Reed con Neron,  Calígula y otros tiranos casi tan detestables, esclamé:

          – ¡Es usted malo y cruel! me parece usted un asesino… un emperador de Roma!

          Este último insulto debia admirar á John Reed, pero lo que hizo fue exasperarle del todo y se lanzó hácia mí lleno de rabia. Sentí mi hombro y mis cabellos cogidos á la vez fuertemente; dos o tres gotas de sangre corrieron calientes aun por mi cuello, y mi cabeza como un fuego, y mis dolores, mas vivos en este momento, pero sobre todo la idea de que me las habia con un mónstruo semejante á los emperadores de Goldsmith, no me dejaron ya dueña de mí misma. Hice una resistencia desesperada y vigorosa, sin que pueda decir el papel que hicieron mis años y mis dientes; de manera que Master John se vió muy presto obligado á pedir socorro á su vez. Se acudió en el momento que su voz penetró en el cuarto inmediato y cuando las dos criadas de mistriss Reed lograron separarnos con mucho trabajo oí la seca y áspera voz de mi tia que dominaba el tumulto.

          – ¡Llevadla al cuarto encarnado! decia ella, encerradla y dejadla allí.

          Jamás hubiera creido que esta voz tan temida me hubiese hallado rebelde; pero en este momento no había en la tierra para mí quien me dominase y solo á la fuerza se logró sacarme del salon donde pasó la escena que acabo de contar.

          Aun en el cuarto encarnado cuando me colocaron sobre un taburete quise lanzarme fuera y correr tras de mi primo, de manera que las dos criadas no sabian como hacer para encerrar la gata rabiosa que les habia dado ya tanto que hacer. Finalmente una de ellas, llamada Blasa, la única criatura que me habia dado algunas señales de amistad en esa maldita casa, me dijo:

          – Vamos, miss, si se mueve V. aun tendremos que atarla. Miss Abbot, añadió Blasa, présteme V. sus ligas, pues las mias las romperá al momento.

          Miss Abbot se bajó para desatar de los robustos pilares que sostenian su mala persona las sólidas ligaduras con que se queria sujetarme. Entonces me pareció que era una ignominia para mí el verme atada y me resigné con una especie de calma feroz.

          – Dejados de eso, miss Abbot! esclamé. Yo prometo no moverme.

          Y como garantía de mi promesa me acurruqué sobre la silla donde me habian colocado á pesar mio. Blasa vio bien que hablaba seriamente y ya no se trató de atarme. Las dos criadas  creyeron entonces que debian sermonearme largamente sobre mi locura, sobre la necesidad de someterme á la voluntad de los que me daban pan, hallándome huérfana y sin protectores. Lo escuché todo guardando un silencio feroz sin dejar mi actitud, y finalmente se fueron, cerrando la puerta con llave.

          No he olvidado los instantes que siguieron á su marcha. El cuarto encarnado era una vasta pieza habitada muy raramente, pues las visitas eran muy poco frecuentes en Gateshead Hall.  En el centro de este cuarto aislado y silencioso, majestuoso como el tabernáculo secreto de un templo judío, se elevaba sobre unos pilares de caoba una grande cama con colgaduras de damasco encarnado. Unas cortinas festonadas de la misma tela y color cubrían las dos grandes ventanas, y el tapiz tambien era encarnado. La mesa colocada al pié de la cama estaba cubierta con un paño encarnado; las paredes estaban cubiertas de un papel oscuro, mezclado aquí y  allí de algunos ramos de color de rosa muy vivo. El guarda ropa, el tocador y las sillas de caoba viejas relucian entre aquella oscuridad. Ultimamente en medio de estas vagas tinieblas habia dos cosas que blanqueaban, los colchones y almohadas cubiertos con una colcha blanca y un sillon de enfermo con un forro semejante, sillon imponente, precedido de un escabel, y que en la  solemnidad del momento me atreví á llamar “un trono pálido”.

          Hacia frio en este cuarto, donde jamás se encendia fuego, y como estaba lejano del nursery y de las cocinas reinaba igualmente en él un profundo silencio. En fin era allí, en aquel lecho que me parecia un fantasma, donde mi tio Reed habia muerto algunos años antes, recuerdo fúnebre que aumentaba el prestigio de aquel conjunto misterioso.

          Hallándome muy pronto llena de susto en un lugar que me parecía como el interior de una tumba me levanté de la silla donde me habian dejado y me atreví á deslizarme hasta la puerta,  que imaginaba abierta; pero se apoderó de mí una especie de frio cuando ví que habian echado la llave. Para volver á mi puesto era preciso pasar por delante de un espejo grande, donde habia visto ya reflejar la blancura del lecho mortuorio. Mi mirada se dirigió á pesar mio hácia la imagen que me ofrecia y entonces ví una singular y pequeña criatura que me trajo á la memoria todas las brujas escocesas, cuyas malas acciones me contaba Blasa cuando nos dejaban solas y yo cuidaba de sus planchas. En este pequeño ser, flaco y pálido, cuyas miradas azoradas despedian chispas, cuyos bracitos blancos se dibujaban netamente en la sombra, y que murmuraba contempándome una especie de invocacion muda…. tardé algun tiempo en reconocer á la desgraciada sobrina de mistriss Reed; pero me sentí menos asustada cuando me ví sola con esta transfiguracion singular de mi propia persona.

          Yo no sabré deciros como se sucedieron en mi imaginacion acalorada mil cuadros estraños que me pintaba la agitacion tumultuosa de mi cabeza y la rebelion de mi corazon oprimido hacia tan largo tiempo. Solamente sé que desde aquel momento se grabó en mi espíritu una idea muy clara de mi posicion, de la injusticia con que se me castigaba, de las antipatias que hacian de mí una víctima inocente, de una fealdad y miseria que humillaban á mis parientes, de mi carácter uraño, que se alimentaba por no concederme ningun afecto ni animarme de modo alguno. Sé tambien que las tinieblas de fuera hicieron desaparecer la poca luz que penetraba en el cuarto; que seguia lloviendo y el viento gemia tristemente en el fondo de los bosques del parque; que un terror intenso y un desaliento absoluto me helaron poco á poco, y que uno de mis últimos pensamientos antes de perder el conocimiento del todo fue la firme resolucion de dejarme morir de hambre sobre aquel mismo lecho en que habia muerto M. Reed, mi tio; y entonces fué cuando me pareció que una forma humana se agitaba debajo de la colcha blanca del lecho, lo que fué para mí el golpe de gracia…

          Parece que me hallaron totalmente privada de sentidos y que tardé mucho tiempo en volver de este entorpecimiento cataléptico en que me habia puesto el miedo. Fue necesario hacer venir á un médico, contar las escenas que habian precedido á mi desmayo y justificarse de los rigores que se habian usado conmigo; pero todo esto no sirvió mucho para ganarme el corazon de mi tia, pues hubo aun muchas disputas entre nosotros y en cada una de ellas sentia aumentarse con mi resistencia la especie de aversion que yo le inspiraba.

          Dos ó tres meses despues se apareció en casa un visitante desconocido, vestido de negro desde  los pies á la cabeza, muy feo y de modales muy lisonjeros. Me llamaron espresamente para presentarme á él, cosa que me chocó muchísimo,  porque jamás habia sucedido otro tanto. Me halló muy pequeña para mi edad, me preguntó mi nombre y si sabia donde iban los niños malos despues de su muerte; quiso tambien saber si habia leido la Biblia y pareció muy escandalizado cuando le dije entre otras cosas que los salmos no me interesaban mucho.

          – Eso prueba que teneis un mal corazon, me dijo él, pero ya trataremos de obtener que Dios os lo quite y os dé otro; un corazon de carne en lugar de un corazon de piedra.

          Este gran personage, cuyos ojos pardos me parece veo aun bajo unas cejas muy espesas, con una nariz enorme y los dientes no menos grandes y pronunciados hácia fuera, se llamaba M. Brocklehurst y era el director de una escuela de caridad.

          Mistriss Reed le habia llamado para obtener de él que fuese recibida en ella; el asunto se arregló sin dificultad y el 19 de enero siguiente, uno de los dias memorables de mi pobre vida, dejé la casa de GastesHead-Hall con una especie de satisfaccion, sin haber querido abrazar á mistriss Reed y sin haber consentido en quebrantar el juramento que habia hecho en el cuarto encarnado de no acordarle jamás el título de tia que atestiguaba entre nosotras un vínculo roto para siempre por su crueldad.

          Blasa me acompañó sola hasta el camino, por donde no tardó en pasar la diligencia. El conductor, aterido por el frio de la mañana, me metió en el interior de un empujon, como habia puesto mi pequeño cofre sobre el asiento del cochero; mas urbanidad de su parte me hubiera sorprendido, pues yo habia saboreado ya la amarga indiferencia de los subalternos y habia acostumbrado á ella ese orgullo intrépido, que quizás es lo que me ha preservado de envilecerme.

(Fin capítulo 1)

Nueva edición de Jane Eyre en castellano

¡Hola a todos!

El próximo día 6 de marzo verá la luz en castellano una nueva edición de Jane Eyre de Charlotte Brontë, de manos de la editorial Alma. Esta editorial lleva ya unos cuantos meses publicando novelas clásicas ilustradas y, por fin, le ha llegado el turno a Jane (ISBN: 9788417430320).

Por ahora se sabe que las ilustraciones estarán a cargo de Holly Jolley, que como podéis ver tiene un estilo bastante alegre y colorista, tengo ganas de ver cómo ha conseguido encajarlo con la novela.

Tendrá un precio de venta de 18,95€ y 592 páginas en total, si es como el resto de las publicaciones de la editorial será en formato tapa dura. La traducción todavía no he visto de quién es, pero como probablemente me haré con la edición ya os enseñaré fotos del interior y os hablaré más del tema.

Os dejo ya disfrutar con la portada y repito, día 6 de marzo a la venta.

Jane Eyre portada Alma editorial.jpg