Si la pobreza repele a los mayores, aún asusta más a los niños: ellos no piensan en la falta de medios que acompaña a ciertas personas que trabajan honradamente, en esa pobreza digna y respetable, sino que la asocian a ropas raídas, escasez de comida, chimeneas sin leña, malas costumbres y vicios inconfesables.
Jane Eyre, Charlotte Brontë
vol. 1, ch. 3